Es evidente que si nuestros políticos y representantes
públicos tuviesen que pasar pruebas de honradez, o de responsabilidad, o
de capacidad, o de dignidad, nos sobrarían dedos de la mano para saber
cuantos habrían superado las pruebas.
Pero es la desesperada situación que está viviendo mucha
gente de este país, lo que está poniendo a prueba la conciencia social
que atesoran. Y los resultados no pueden ser más lamentables.
Todos, y ellos también, hemos visto, oído, o leído
desgarradores testimonios de personas o famílias que, víctimas de ésta
cruel e injusta crísis, han pasado en poco tiempo de tener una vida
normal, íncluso acomodada, a la más cruda indigencia.
A todos, ( parece que a ellos no), se nos a caído el alma
a los pies viendo en Tv el anuncio del niño con un bocadillo vacio,
sabiendo que en nuestro país, tres millones de niños están en riesgo
permanente de verse en esa situación, y muchos de ellos ya van a la
escuela sin poder comprar un libro, o sin poder estudiar por la noche
porque sus padres no pueden pagar la luz.
Pero ningún miembro de la monarquía, ni del parlamento,
ni de ayuntamientos, ni de sindicatos, ni de autonomías, a provocado el
ejemplo dando un paso al frente públicamente para renunciar a alguno de
sus sueldos o remuneraciones, no sólo para donarlas en ayuda de esas
personas, sino como compromiso de que no volverán a cobrarlas hasta que
sean capaces de cumplir con las obligaciones por las que las cobran, que
no son otras que conseguir unas condiciones de vida dignas para los
ciudadanos a los que representan.