La gran mentira se compone de las muchas mentiras superpuestas con las
que nos envuelven continuamente nuestros representantes políticos. Como
decirnos que tenemos unas elecciones libres y democráticas cuando no
podemos votar más que a listas de personas ya elegidas por otros, o en
cuyos resultados nunca dos más dos son cuatro.
También sabemos por
experiencia que los elegidos no van a cumplir casi nada de lo que nos
han dicho en sus programas electorales. Y que no es verdad que estén en
política solo por vocación como demuestran sus escasas renuncias a los
muchos privilegios que ellos mismos se han adjudicado. Ni que la mayoría
de ellos ganarían más dinero en la empresa privada, por lo menos sin
los contactos que les proporciona su función pública. Y por supuesto, es
una gran mentira que les importemos mucho los ciudadanos, o la patria,
o que se sacrifiquen en cualquiera de esos dos intereses. Sirva como
ejemplo el sacrificio personal que está dispuesto ha aceptar el Sr. Mas
por una causa que él mismo se ha inventado. Si de verdad los políticos
españoles defendieran nuestros intereses y no los suyos, nínguna
dificultad habría ahora mismo en formar un gobierno, el que sea, que
trabaje para solucionar nuestros problemas en vez de estar ya empezando a
crearnos otros nuevos con sus luchas de egos, vanidades e intereses propios.