lunes, 10 de enero de 2011

La Sociedad Dormida

 ¿Nos merecemos lo que tenemos?...,
Desgraciadamente, parece que sí. Nunca he visto una sociedad más dormida, más pasiva, y con tan poca personalidad, y me refiero a nosotros, no al vecino.
Me tocó vivir los últimos años del franquismo. Entonces, como todo el mundo sabe, había poca libertad, había represión policial, y sin embargo, existía mucha prensa crítica,… los estudiantes hacían manifestaciones, había mucho movimiento político alternativo en la clandestinidad, los sindicatos aún en ilegalidad movilizaban a los trabajadores, e incluso a un nivel socialmente privado se hacía critica continua…

Claro pensareis, entonces se vivía peor, había más injusticia, y es normal que fuese así…. Pues ahí está el quid de la cuestión, que en mi opinión no siempre era así. Efectivamente, como ya he dicho, no había libertad, existía la represión policial, y otras limitaciones de derechos, pero aunque no lo creáis, y teniendo en cuenta que os hablo solo del 65 al 75, no de todo el franquismo, en mi opinión, había una clase trabajadora más compensada y más protegida que ahora, y una clase dirigente con fraudes y abuso de poder como todas, pero mucho más limitada que ahora y mucho menos avariciosa. En aquellos años era impensable que un alcalde de un pueblo de 1000 habitantes pudiese echarse al bolsillo miles de millones de pesetas (moneda de aquellos tiempos), y además todavía estuviese en su cargo, algo así, solo se hacía en las altas esferas, y se conformaban con robar un poco menos.
En aquellos años era impensable que una familia se quedara en la calle con su casa embargada y encima con una deuda para toda la vida con el banco, y era impensable por varios motivos:
-         Primero porque los bancos no incitaban a nadie a un endeudamiento irresponsable, ni la gente compraba viviendas si no tenia ahorrado el 20-30 o 50% de su valor, cuando alguien compraba un piso lo hacía solo con un sueldo, el del cabeza de familia, y eso que eran sueldos bajos, además las hipotecas eran entre 10 y 15 años.
-         Segundo porque la equivalencia del valor de un piso correspondía más o menos con el salario de dos años de trabajo (ahora sería como mínimo de diez años).
-         Tercero porque el propietario podía vender su piso con un aumento de valor progresivo y lógico, cosa que ahora es imposible debido a que la tremenda voracidad económica de bancos y mercados financieros han creado un mundo inmobiliario de un valor irreal, en el que nos han hecho pagar mucho más de lo que las viviendas valían, nos han endeudado para pagar esa especulación, y ahora ellos mismos los están tasando y comprando por mitad de precio.

En aquellos años existían empresas que tenían grandes servicios sociales para los trabajadores y sus familias, incluso competían para ver quien los proporcionaba mejores: Economatos, viviendas gratis, lugares de veraneo para los hijos de los trabajadores, escuelas, iglesias, médicos, y hasta financiaban tratamientos médicos de familiares.
Ahora es impensable que ninguna gran empresa plantee siquiera algo similar, sin embargo hacen llegar inmensas cantidades de dinero para que sus directivos y ejecutivos se hagan millonarios y viajen en aviones privados.

En aquellos años era impensable que un empresario despidiese a un trabajador sin pagarle su finiquito. No solo eso, si no que era prácticamente imposible despedir a un trabajador fijo, la empresa tenía que demostrar que había unos motivos lo suficientemente graves, y se arriesgaba a duras sanciones si estos no eran ciertos.
Tengamos en cuenta que entonces solo existían los sindicatos verticales, que de sindicatos solo tenían el nombre, ya que eran otra organización más del régimen, sin embargo ninguna empresa se atrevía a dejar de pagar un solo salario mensual a ningún trabajador. Hasta esos sindicatos defendían mucho más eficazmente que los de ahora los derechos de los trabajadores.

En aquellos años, la gente y las empresas utilizaban mucho el sistema de “letras” para pagar a plazos. Si alguien no pagaba una letra, podía ir rápidamente a la cárcel. ¿Cuántos autónomos y pequeñas empresas hubiesen evitado ahora su ruina y su cierre de haber contado con un sistema similar para haber cobrado sus impagados?. Ahora se protege el derecho a no pagar (eso sí, siempre que no sea a los bancos).

Es lamentable que en pleno siglo xx1, y después de tantos progresos y avances sociales, tengamos que hacer comparaciones con una época a la que nadie querría volver, para darnos cuenta de que realmente hemos retrocedido en protección social y en muchos otros derechos. No puedo entender que en una sociedad actual en la que no tenemos represión, tenemos más libertad, y tenemos tantos o más motivos para la disconformidad que en aquellos años, seamos tan pasivos y tan manipulables.
No se trata de empezar a quemar ministerios, o de liarnos a tiros, se trata de que nos interesemos por lo que es justo e injusto, que seamos críticos, que no nos dejemos manipular, y que hagamos llegar esas inquietudes a quien nos dirige, para que ellos no tengan toda la libertad del mundo para hacer lo que quieran y les interese en cada momento.

En mi opinión, ahora mismo, existen dos estados anímicos en el mundo de los trabajadores:
1.       Están los que conservamos el trabajo y mantenemos un mejor o peor nivel de vida. Nos damos cuenta de las tragedias que están empezando a vivir muchas familias, pero pensamos que nuestro caso es diferente y que tenemos unos derechos sociales y unas condiciones personales que nos pueden proteger en caso de apuro. Vemos la injusticia, pero no la sentimos nuestra, incluso en determinadas situaciones nos alegramos de ver la caída de gente que antes estaba en muy buena posición y ahora está en desgracia, o pensamos que a algunos no se les está mal.
2.      Y luego están los que ven como todo su mundo se viene abajo, pierden su trabajo, su pareja también lo pierde, no encuentran otro trabajo, se acaba el paro, se quedan sin casa, en la calle y debiendo dinero al banco y eso les acarrea unas consecuencias que los hace ir directamente al pozo de la desesperación. Dicen que jamás pensaron que algo así les pudiese pasar a ellos y se dan cuenta que están totalmente impotentes para poder superar esta situación , ven con incredulidad como esta sociedad no está diseñada para proteger al débil, sino para proteger la maquinaria que se tiene que encargar de exprimir a la gente con su trabajo y su consumo, apartándolos del sistema con el mínimo coste posible cuando interese, para recuperarlos cuando sea necesario, con más facilidades para sacarles más rendimiento con un coste más bajo.

Hacemos mal en sentirnos mínimamente seguros en nuestras condiciones actuales, en mi opinión ni siquiera los funcionarios que son privilegiados en el mundo laboral, van a tener próximamente nada seguro. Y hacemos mal, sobretodo, en no empezar a presionar para que cambien este sistema y la forma de dirigirlo.

Los estudiantes, que siempre han sido la vanguardia de las reclamaciones sociales, ahora no existen como grupo de presión.
Los trabajadores, sin la dirección de unos sindicatos que se han vendido a las bondades económicas de sus enemigos, tampoco representamos ningún problema.
La prensa, interesadamente correcta, sin ninguna intención de complicarse la vida, no ejerce su obligación de elemento de control y denuncia de los abusos e injusticias del poder.
Individualmente tampoco tenemos ninguna intención de complicarnos la vida con problemas que de momento son de otros. Preferimos cosas que nos diviertan, nos entretengan y no nos hagan pensar mucho. De hecho, estoy seguro, que cuando alguien vea este texto, sin saber lo que pone ya lo apartará porque supone tener que utilizar demasiado tiempo en leerlo (hasta lo entiendo porque yo también lo hago a veces).

Yo soy el más comodón del mundo y lo último que me apetece es preocuparme y molestarme en asuntos de la sociedad que yo considero deberían de tener resueltos los grupos y agentes sociales creados para eso, pero desgraciadamente todos los mecanismos de defensa están fallando, y estamos empezando a pagar las consecuencias de una estructura social interesadamente errónea e injusta, manejada por gente avariciosa, irresponsable y fraudulenta.

Creo que nos merecemos algo mejor que lo que tenemos, pero tenemos que empezar a demostrar que somos capaces de molestarnos y luchar por ello.