miércoles, 23 de mayo de 2012

LAS MENTIRAS DEL PODER

Me resulta increible que en pleno siglo XXI, despues de las malas experiencias de nuestra historia y apesar de los avances sociales y tecnológicos conseguidos, los Estados democráticos actuales se soporten en la mentira y el engaño de sus dirigentes.
Y me resulta más increible todavía que unos ciudadanos que eligen y mantienen a esos dirigentes, y que en su mayoría están bien formados e informados lo admitan con normalidad y resignación.
Sabemos que los políticos nos mienten con sus promesas. Sabemos que tanto sus campañas electorales como sus apariciones públicas o sus discursos son una obra de teatro preparada al detalle por un sinfín de colaboradores a los que solo interesa conseguir nuestro voto. Sabemos que una vez que consiguen el poder ignoran nuestra opinión y nuestras necesidades hasta las próximas elecciones. Sabemos que gobiernan pensando más en intereses personales y de partido que en los de la gente a la que representan. Sabemos que traicionan nuestra confianza y nuestros derechos para favorecer a sus círculos de poder. Nos exigen sacrificios que ellos evitan. Nos mienten con sus cuentas. Nos engañan en sus estadisticas. Nos pueden justificar lo injustificable con su oratoria manipulada, y hasta son capaces de convencernos de que sus irresponsabilidades y corrupciones las tenemos que pagar nosotros. 
¿Como es posible que sabiendo todo esto, los ciudadanos les sigamos escuchando, les sigamos teniendo consideración e incluso respeto, y como es posible que no los rechazemos a todos en las urnas para demostrarles que queremos cambios en el sistema, otra forma de gestión y unos dirigentes que trabajen para nosotros, no al contrario? 
Mientras nos ha ido bien hemos cerrado los ojos a las mentiras del poder, ahora descubrimos lo que han hecho con ellas : Crear un mundo regido por un entramado financiero sin escrúpulos para que unos pocos vivan muy bien a costa del sacrifício de muchos, justamente lo contrario de lo que la mayoría deseabamos.
En este mundo injusto que nos han moldeado nuestros representantes políticos con sus mentiras interesadas ; el dinero y la fama, con independencia de quien y como lo hayan conseguido son los valores más admirados. Escasa importancia tienen ya en una sociedad carcomida por la hipocresía y el interés propio, valores tan tradicionales como decir la verdad, ser honrrado, ser justo, ser generoso, ser respetuoso, ser solidario, o sacrificarse por los demás.  
Una sociedad que se puede dirigir y gestionar con total impunidad desde la mentira, la manipulación y el engaño sin que los ciudadanos tengan los mecanismos adecuados para exigir las correcciones y responsabilidades necesarias, no se puede considerar realmente democrática ni mucho menos justa.
O presionamos socialmente para evolucionar el sistema hacia un control de los que nos representan que limite sus excesos y libertades, o todo seguira dependiendo de la voluntad y calidad de nuestros políticos, lo que en el caso de España nos asegura consecuencias como las que ahora mismo estamos sufriendo.